Hoy tuve una revelación y eso me provocó un suave y estimulante escalofrió de placer que recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies, mientras mi rostro se iluminaba igual, que la sonrisa de un niño de 3 años cuando descubre algo nuevo para si mismo.
Hoy me di cuenta que mas allá de mi comprensión del mundo a través de mis ojos, más allá del sentir y del ser, más allá de mi intención de contribuir en el mundo y aportar desde mi generosidad un legado de acciones e ideas creativas, que mi verdadero poder no está en mi.
Hoy me sentí más que nunca conectado al mundo, conectado a las personas que cohabitan en el, sentí la presencia latente de un cordón umbilical que me une a todo eso.
Lo más maravilloso de todo es la paz que proporciona el sentirse una ínfima parte de este universo y a la vez parte de la conexión global de amor que permite que ese vínculo se retroalimente en ambos sentidos.
No soy yo el importante,sino mi ser y los seres que me acompañan, sin duda es el propio espacio y la nada existente entre nosotros el regalo que nos ha dado el cielo para sentirnos libres y a su vez creadores de otras realidades transformadoras de ese espacio.
La vida está tan dentro como fuera de esa frontera a la que llamamos cuerpo y que me contiene por momentos, mientras que en otros, me diluyo como el eter y me escapo con mis ideas, mis pensamientos y con mis sueños.
La sensación de frontera no me limita, sino que me ofrece esa perspectiva de respetar y necesidad de ser respetado, y también de la capacidad de elección para lo que deseo acontezca, en esa afán de creer en aquello que con mis manos acojo y a lo que con mis pasos me acerco y puedo crear a cada nuevo instante y a cada nuevo acontecer.
Mañana amanecerá un nuevo día y yo he elegido aceptar lo que me venga y transformarlo a mi favor para disfrutar del aprendizaje y evolucionar hasta que un dia mi luz se apague y en otra vida se vuelva a encender.